María es Madre de Dios y madre nuestra, madre poderosa y piadosa, que desea ardientemente llenarnos de favores celestiales.
San Juan Bosco
De las oraciones de mi Mamá:
¡Oh dulcísima Madre mía, Virgen de la Soledad!
Postrado humildemente ante tu imagen milagrosa, vengo a desahogar las tristezas y pesares de mi afligido corazón.
Tú, sabes comprender mejor que nadie, mis necesidades y aflicciones.
Tú, que eres Madre de Dios, puedes aliviármelas.
Tú, que eres Madre de los hombres, quieres remediármelas.
Aquí, a tus pies, busco consuelo y alivio.
Mírame con esos tus ojos, llenos de dulzura y compasión.
Tú, que lloraste tanto, enjuga mis lágrimas.
Tú, que sufriste tanto, alivia mis dolores.
Tú, que te viste tan triste y desolada, disipa mis tristezas.
Escucha, Madre mía, mis ruegos suplicantes.
Concédeme la gracia de que, al recordar tus dolores, lleve los mios con suma resignación y paciencia, hasta exhalar el último suspiro de mi vida en tus brazos maternales.
Así sea
La Pintura del día:
Una belleza de Velazquez
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